Esto no lo vas a leer.
Estoy convencida y me prometo que la niña descanzará sus hinchados ojos y no más sal correrá por esas ansiosas mejillas.
Y Nick Mason se sienta a mi par a curiosear de qué son estos garabatos que se van formando de la punta del lápiz sobre la libreta.
Y todo lo que tu percepción alcanza a ver se divide en cuadros, primero son cuatro, luego nueve. Concluye con un golpe final: diez y seis pequeñas ventanas de percepción. Nick acerca su boca a mi oído, inflando pulmones, seguidamente dos suspiros perseguidos por la alentadora y brillante advertencia barnizada por una desgarradora voz sintética que pronuncia, "uno de estos días voy a cortarte en pedacitos".
Dos pasos más, a la derecha cinco gradas y bienvenido al momento donde la lucidez se gana olvidando y guardando.
Sin sobresaltos.
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